viernes, 19 de diciembre de 2014

"Una Constitución apresurada"

"La Constitución es el resultado de una serie de gestas históricas, de luchas del pueblo mexicano; para darse un orden jurídico" Miguel Carbonell Sánchez 

A 97 años de vida de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, hay quienes afirman que, a la luz del 135 Constitucional, el Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados, han hecho las veces de un Congreso Constituyente.

Tal aseveración está bien sustentada por las 575 Reformas que ha sufrido la Carta Magna en 220 Decretos hasta el día de hoy, desde su promulgación en 1917. Pero, por desgracia, no todas las enmiendas Constitucionales han sido de gran calado.

Pese a la creciente ola de Reformas Constitucionales, nada parece detener el afán reformista de nuestros legisladores; a partir del cual buscan incluir tantas reformas estructurales para el desarrollo del país; así como meras ocurrencias o necedades que surgen de intereses y posturas partidistas y, que nada tienen que ver con salvaguardar el interés social.

Podemos percatarnos cuáles han sido los sexenios presidenciales en los que más se ha tocado el texto constitucional: 
En el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa se enmendó la Constitución en 110 ocasiones; en el de Adolfo Ruiz Cortines solamente fue en 2 ocasiones; y con Enrique Peña Nieto han sido 23 y contando...

Creo que es pertinente dar una mirada hacia la realidad social, a lo que sucede en el plano y, cotejarlo con lo que prescribe la Constitución y, a partir de esto, preguntarnos: Lo que ordena la Constitución, ¿ guarda armonía con lo que sucede en la realidad ?

Estimo, que, mucho de lo que ordena la Constitución, no guarda consonancia con la realidad social; pero sabemos que parte del problema es la carente Cultura de la Legalidad que aqueja a  México, y la causa principal del citado problema es, precisamente, esa maña del legislador por reformar a diestra y siniestra la Constitución.

Los que se dedican al estudio del Derecho Constitucional, aún no terminan por conocer las reformas dadas, cuando ésta ya tiene otras enmiendas en puerta.

Habría que sugerirles a nuestros legisladores (Diputados y Senadores), tres propuestas muy sólidas para hacer frente a esta problemática que viene asolando a la Constitución:

La Primera es crear una nueva Constitución, ya que la que está en vigor, está muy parchada, demasiado remendada.

La segunda es, reunir a los especialistas del Derecho Constitucional del país, en una especie de asamblea, para que éstos en una labor de depuración al texto Constitucional, le hagan una cirugía y extraigan toda contradicción normativa que en ella se halle y, al propio tiempo, disminuyan el exceso de texto de algunos artículos Constitucionales. Todo esto porque la actual Constitución es, 3 veces mayor, en volumen,  a la original de 1917.

La tercera es la Moratoria Constitucional, es decir, dejar en paz en texto Constitucional por un lapso de 5 a 10 años, todo con el cometido de lograr que las ateriores reformas, surtan efectos y  aterrizen en la realidad.

Ante este inconveniente legislativo que nos perturba, habría que preguntarnos, como ciudadanos: ¿Qué a nuestra Constitución no le hace falta una reforma, en materia de régimen de gobierno, en la que nuestras voces sean más escuchadas por los gobernantes?, es decir, un sistema de gobierno más plural, más incluyente, más democrático que el actual.

Ante esto, sólo nos queda presionar y hacerles saber a nuestros legisladores que, es de apremio, una reforma Constitucional que modifique: los términos de relación de los órganos de gobierno entre sí y, los términos de relación de los órganos de gobierno y los gobernados. 

Otra cuestión que, aunado a lo anterior, debe estar a consideración de los gobernantes es: que ese mecanismo para Reformar o Adicionar la Constitución, previsto en el artículo 135 Constitucional, se reforme para hacer más difíciles las Reformas a la misma; tomando como modelo a España...ya que en ese país, para que proceda una enmienda Constitucional se toma, en demasía, a consideración la voluntad del pueblo a través del Plebiscito o Referéndum. 

Antes de concluir dejo a su consideración el siguiente miramiento: en México, sabiendo que tenemos una Constitución formalmente rígida, pero políticamente flexible, ¿qué nos toca hacer a nosotros, como ciudadanos, para evitar que se agudice más el problema de las enérgicas reformas al texto Constitucional?

Para finalizar quiero citar una máxima que, a mi parecer, es muy afortunada:

"Una buena Constitución es aquella que previene conflictos, no los crea. Una mala, es aquella que genera problemas, no los prevé" 


Mario Antonio Polanco Santos
Noviembre del 2014.