1. Los buenos profesores siempre son personas que conocen
extraordinariamente bien su materia. Eso significa que dominan
los conceptos principales de los temas que exponen, así como
la historia y debates fundamentales de su especialidad.
Los buenos profesores son eruditos y a partir de dicha erudición
son capaces de simplificar y aclarar conceptos complejos, pero además
también leen mucho sobre temas de disciplinas cercanas a la suya, de modo
que tienen un conocimiento elevado sobre áreas de conocimiento
aledañas a la propia.
3. Los mejores profesores generan en la clase un entorno para el
aprendizaje crítico. Para lograrlo, articulan su docencia de forma que sus
alumnos se enfrenten a problemas importantes, atractivos o intrigantes.
No les presentan solamente exposiciones planas o problemáticas, sino que
hacen ver que los temas que se tratan son debatibles, complejos, afectan
a cuestiones importantes en la vida de las personas, etcétera.
Incluso más: los buenos profesores deben mostrar a sus alumnos que
hay temas y problemas abiertos en materia jurídica o en cualquier otra área del
conocimiento, que llevan muchos años siendo discutidos sin que se haya llegado
a una respuesta compartida o asentada. De hecho, hay que destacar que
también les tocará a ellos enfrentar esos problemas e intentar dar con una respuesta.
Justamente el derecho es un tipo de conocimiento que permite abrir de forma
permanente debates, planear problemas e intentar encontrar respuestas adecuadas.
Eso es lo que hacen los buenos profesores.
Doctor Miguel Carbonell Sánchez
2014.