El Espíritu Santo es la tercera persona de la santísima trinidad que surge del amor al Hijo de parte del Padre.
La misión del Hijo y la del Espíritu son inseparables porque en la santísima trinidad indivisible, el Hijo y el Espíritu son distintos, pero inseparables.
Cuando Dios envía a su Hijo, envía también su Espíritu, que nos une a Cristo en la Fe, a fin de podamos, como hijos adoptivos, llamar a Dios "Padre".
El Espíritu es invisible, pero lo conocemos por medio de su acción, cuando nos revela el verbo y cuando obra en la Iglesia.
Los profetas fueron inspirados por el Espíritu Santo para hablar en nombre de Dios.
El Espíritu Santo llena de gracia y hace fecunda la virginidad de María, para dar a luz al Hijo de Dios encarnado.
Por medio de los Sacramentos, Cristo comunica su Espíritu a los miembros de su cuerpo y, la gracia de Dios, que da frutos de vida nueva.
El Espíritu Santo se representa con numerosos símbolos como por ejemplo: El agua viva, que brota del corazón traspasado de Cristo y sacia la sed de los bautizados; también se representa con fuego, porque el fuego cuando toca algo lo transforma, y la paloma, que baja sobre Cristo en su bautismo y permanece en Él.
Mario Polanco Santos
Seminario Menor de la Inmaculada Concepción de María.
Chetumal, Quintana Roo.
2009
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