sábado, 2 de enero de 2016

“A ti Mayra: mujer del enigma”

De tarde en tarde, tú: la mujer que capta,
que atrapa las miradas, porque ser apta,
no cabe duda, virtud tuya es, sobremanera.

Mayra mujer del silencio, lúcida Mayra…

De anochecer en anochecer, tengo por oficio:
descifrar esas miradas, esas sonrisas que me son de beneficio.
Tales son como el alba en la ventana,
como el sol a raya, en alta mar...
Son el principio y el efecto naciente…

De un “hola”, distante, en cada saludo...
En cada mirada de hito en hito, para contigo:
uno construye descifrando, por ser un lunático, tu esencia de mujer,
que por mera complacencia, hace las veces de amanecer en el noctámbulo anochecer…
Sabiendo que no quiero mirar marchita tu mirada.

La juventud, frescura de tu mirar, en gran medida, se ha tornado
inevitablemente, en mi arte de interpretación, mi pensamiento, mi entretenimiento;
aquello que anhelo, del amanecer al anochecer…
Porque aun si el desazón se muestra acá, ante mí:
esa tu sonrisa de oreja a oreja, de hoyuelo en hoyuelo,
nos rescata de la fricción de la vida y su vaivén.

Oh Mayra, mujer del misterio,
permíteme señorita, tus miradas, y la luz, en serio...
que a diestra y siniestra destellan, esos tus rutilantes ojos cafés.
Ellos que, sin querer, se han vuelto mi deber moral, de divisar, la felicidad…
Esa tu mirada, con ese par de soles cafés,  tu sonora mirada,
te asemejan a una luciérnaga, a la que no quiero dejar de ver…
Porque ella guía, en la penumbra, como lo haces tú.

Traes en tu esencia, de mujer linda, algo
de lo cual me ocupo y preocupo por indagar…
Sabes que a diario, cada resquicio del día, por tu caminar…
es el único anhelo, y en tu mirada me ocupo de navegar.
Esa tu indumentaria, Mayra agraciada, ya lo he pronunciado,
luce sin precedentes, te miras tal cual bella…
A cada momento, siempre espléndida, fulgurosa, radiante.

Has de saber, mujer del faro, que me hundo,
a cada vistazo, en tu mirada inabarcable…
Que la inmensidad de tu faz, causa mucho…
Ocasiona estrépito infinito en nuestro ser.

Y tú caminando lo iluminas todo cuanto existe
Incluso, el rincón más recóndito de nuestro alrededor.




Mario Polanco Santos.
2015.